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TODO LO QUE VAMOS A SABER

1º ESO. ÁMBITO SOCIOLÍNGÜÍSTICO.
 CURSO 2018-2019
 PROFESORAS: LAURA FORTEA,  EVA OSORIO Y MAR GUTIÉRREZ


UNIDADES

UNIDAD 0. DESPEGAMOS. ¿QUÉ SON LA GEOGRAFÍA Y LA LENGUA?
UNIDAD 1. COMUNÍCATE EN EL PLANETA TIERRA. La Comunicación y nuestro planeta.
UNIDAD 2. MUÉVETE Y CUENTA. La narración y los movimientos de la Tierra.
UNIDAD 3. TETRIS DEL RELIEVE Y LA LENGUA. Formas del reliee y morfología lingüística.

UNIDAD 4. DESCRIBIENDO EL CLIMA. Tipos de paisajes y la descripción.
UNIDAD 5. INSTRUCCIONES PARA SER HISTORIADOR Y ARQUEÓLOGO.
UNIDAD 6. AUSTRALOPITHECUS LECTURUS. El Paleolítico y los textos expositivos.

UNIDAD 7. POETA SAPIENS. El Neolítico y la poesía.

UNIDAD 8. ADJETIVA LA METALURGIA. La Edad de los Metales, los adjetivos y los adverbios.

UNIDAD 9. ESCRIBE Y ARGUMENTA. Mesopotamia y los textos argumentativos.
UNIDAD 10. LAS MOMIAS A DEBATE. El Antiguo Egipto y el debate.
UNIDAD 11. ENTREVISTAMOS A PLATÓN. La Antigua Grecia, el diálogo y la entrevista.
UNIDAD 12. ROMA A ESCENA. La Antigua Roma y el Teatro.
UNIDAD 13. CONJUGAMOS HISPANIA. La Península Ibérica en la Antigüedad, el verbo, las
preposiciones, las conjunciones y las lenguas de España.

ESCRIBAMOS A NUESTRA FAMILIA


LA CARTA PERSONAL
ttp://www.consejosgratis.net/wp-content/uploads/2013/10/modelos-de-cartas-para-desear-exitos.jpgLa carta es un texto escrito a través del cual una persona comunica información a un destinatario o lector, que interpreta el sentido y asume una determinada actitud frente a la información recibida

1.- Partes de la carta personal
Para escribir una carta tenemos que seguir una disposición adecuada respetando las distintas partes de una carta. El lenguaje también deberá corresponder con el tipo de relación que se tenga con el destinatario.
Las cartas personales se pueden dividir en las siguientes partes: 
v  Encabezamiento: en el margen superior izquierdo se escribe el lugar y la fecha en que se redacta la carta.. Ejemplo:  Alovera, 1 de octubre de 2017.
v  Saludo: hay varias formas de expresar el saludo; por lo general se hace usando querido/querida, aunque, dependiendo del grado de confianza con el destinatario, se puede emplear desde un simple hola hasta otros saludos más formales del tipo estimado estimada, etc.
v  Cuerpo: en esta parte se redacta la información que se quiere transmitir. Normalmente se empieza con un párrafo introductorio sobre el objeto de la carta. Ejemplo: - “Por fin he encontrado un poco de tiempo para poder contarte todo lo que me ha pasado en estas últimas semanas. Desde que te fuiste…”
v  Despedida y firma: existen diferentes formas para despedirse por escrito según el tipo de relación que tengan los interlocutores. Las más comunes suelen ser: Con cariño, un abrazo, atentamente, un saludo...
v  Posdata: en ocasiones se puede añadir una posdata al final en la que se incluye alguna información puntual o que se nos haya olvidado. Se indica con la abreviatura P.D.  
La carta
 
2- El Sobre
Para enviar una carta es necesario disponer de un sobre. En él hay que escribir algunos datos importantes para que esta llegue a su destino. Observa el siguiente esquema:

Sobre
2.1-Destinatario
El nombre de la persona a quien está dirigida la carta   
2.2- La dirección
Irá hacia la derecha y en la parte de abajo del sobre.

 
2.3- El remitente
Es quién envía la carta.  Se pondrá en la solapa posterior del sobre. También debes indicar el domicilio del remitente. 

2.4- El sello postal  
Va en la parte superior derecha.  

3- ¡Escribamos una carta! (a nuestra familia para enviársela)

Para escribir una carta lo primero que debes hacer es planificar el texto que deseas escribir. Para ello puedes utilizar el siguiente esquema:

DOCE CONSEJOS PARA SER UN BUEN ESCRITOR


12 CONSEJOS PARA SER UN BUEN ESCRITOR

1.         Se debe tener claro lo que queremos transmitir, para ello primero hay que pensar. Con lo que vayamos pensando confeccionaremos  un esquema que incluya flechas que relacionen las distintas ideas (principales y secundarias), incorporando incluso algún dibujo (visual thinking). En ese esquema deben aparecer los aspectos más importantes de nuestro texto.
2.         Después hay que elaborar un BORRADOR en el que comenzaremos nuestro trabajo de escritores. Tenemos que pensar que cada nueva versión que hagamos de lo que estemos escribiendo va a mejorar lo anterior.
3.         Trabajar el principio es muy importante porque es la parte que introduce el tema y muestra la idea general que se quiere transmitir.
4.         Debemos seleccionar bien las palabras, intentando que pertenezcan a un registro culto y, sobre todo, no se debe usar la misma palabra varias veces. Los sinónimos son muy útiles. Por ejemplo en vez de decir ” Es una luz muy blanca que vuelve blanco todo lo que toca” mejor decir “Es una luz muy blanca que aclara todo lo que acaricia”. Veremos una ficha especial de sinónimos de decir que nos será muy útil.
5.         Muchos textos se componen, básicamente de Introducción, nudo y cierre. Seguir esta pauta, como norma general, al menos al principio.
6.         Es importante que cada vez que cambiemos de tema incorporemos un nuevo párrafo.
7.         Los verbos deben estar bien conjugados y las preposiciones bien usadas, a veces nos confundimos en esto. Evitar abusar del gerundio.
8.         No repetiremos pronombres innecesariamente.
9.         Empezaremos escribiendo frases no muy largas para no liarnos.
10.    Utilizaremos CONECTORES (son palabras que relacionan ideas, los descubriremos juntos). Hacen que nuestro texto tenga cohesión.
11.    No tener prisa, suele ser la causa de confusiones en las ideas, repeticiones y olvidos de idea.  La tranquilidad y concentración son garantías de éxito.
12.    Nuestra versión final debe estar limpia, ordenada y con la mejor de nuestras caligrafías (va a ser nuestro reflejo).
(Si hemos usado BIBLIOGRAFÍA la citaremos como hemos aprendido en clase).

BIENVENIDA Curso 17-18. Las FUNCIONES DEL LENGUAJE



Bienvenidos al nuevo curso. Seguro que nos lo vamos a pasar genial y vamos a aprender un montón. ¿Preparados? 



Imágenes de energia positiva futuro





Empecemos hablando de COMUNICACIÓN, qué es,  clases, sus elementos y funciones.

COMUNICAR es trasmitir la información que contiene un mensaje.

 Los elementos que intervienen en la comunicación son:

                                                         Código (func. metalingüística)
                                                                          ⇩
EMISOR --------------------- mensaje -----------------⇒ RECEPTOR
           ⇩                                (func. poética)                              ↓
(func. emotiva)                           Canal  (func. fática)                 (func. apelativa)
                                                           Referente
                                                           (func. referencial) 
**** Dependiendo que elemento predomine en esa comunicación aparecerá una función u otra (van entre paréntesis)


**** Cuando utilizamos signos lingüísiticos (orales o escritos) para comunicarnos hablaremos de COMUNICACIÓN VERBAL y cuando usamos otros será COMUNICACIÓN NO VERBAL (gestos, sonidos, imágenes, ...)



⇒Ahora señalad los elementos y las funciones que predominan en estas situaciones de comunicación verbal:
- un profe dando clase,
- un capitán arengando a su ejército,
- un médico dando un diagnóstico
- un joven declarándose a su chica,
- una madre cuidando a su bebé


(PENSAD EN OTROS TIPOS DE COMUNICACIÓN -reflexionando sobre otros códigos no verbales que podemos usar-).


LA NOVELA DEL 50 A NUESTROS DÍAS

Los 50 y 60: Novela Social (mejora, protagonista colectivo, objetividad, importancia de diálogos)
·         La Colmena de Cela (300 personajes 44 reaparecen, no hay argumento ni desenlace; secuencias breves – Sociedad Madrid invierno del 42.
·         En  los 60 se sigue experimentando. Tiempo de Silencio de Luis Martín Santos (joven médico, en asuntos turbios), denuncia social, bajos fondos madrileños; técnicas narrativas nuevas: monólogo interior y perspectivismo
·         Cinco horas con Mario de Miguel Delibes (monólogo interior de Carmen).
Los 70: Con la democracia la novela relajará sus intenciones sociales y será más individualista.
  • EDUARDO MENDOZA, La verdad sobre el caso Savolta (gº policiaco, histórico, perspectivismo…) Hª de intriga en luchas obreras de Barcelona de 1917, Javier Miranda –humilde abogado que investiga muerte de amigo Pajarito Soto y que colabora sin querer en líos turbios de Lepprince de la empresa Savolta).
De los 80 a hoy: variedad de tendencias.
  • Protagonistas inseguros y perdidos en un mundo hostil (supervivencia con individualismo)
  • Narración más tradicional.
a) NOVELA POLICIACA: (xx) Conan Doyle (Sherlock Holmes) y Agatha Christie (Hércules Poirot) pasó al cine. Manuel Vázquez Montalbán (Pepe Carvalho).
b) NOVELA AUTOBIOGRÁFICA O AUTOFICCIÓN: Antonio Muñoz Molina y Javier Marías
c) NOVELA HISTÓRICA: (antecedente: Galdós y Walter Scott). Delibes, Arturo Pérez-Reverte –Ala Triste-). Sobre la Guerra Civil (Muñoz Molina)
d) NEORREALISTA / METANOVELA / LÍRICA

C) Otros narradores: Ana Mª Matute, Juan Marsé, Almudena Grandes, Juan José Millás....

ANTOLOGÍA DE TEXTOS
ALMUDENA GRANDES
 Salieron a la calle a las diez y treinta y dos minutos de una mañana de junio soleada, calurosa.
Como todos los sábados, se separaron sin despedirse ante el portal de su casa. Él fue al garaje, a recoger el coche, y ella se quedó esperando con la maleta, la nevera portátil, un cesto de paja lleno de envases con comida preparada, la jaula del canario y el perro de su marido.
A las diez y treinta y siete miró el reloj. Su marido se estaría ajustando ya el cinturón. Aún no habían tenido hijos. Él era partidario de disfrutar de la vida todavía unos años más.
A las diez y cuarenta y dos, el coche no había salido del garaje, pero el perro se había meado en medio de la acera. Ella lo miró con repugnancia. No le gustaban los perros y no entendía por qué se retrasaba tanto su marido.

A las diez y cuarenta y nueve empezó a sudar. Ya faltaría poco para poder freír huevos en el tejado de pizarra de la casita que tenían en la sierra. Y la caravana de ida. Y la de vuelta. Y los mosquitos. Y su suegra. Y la paella de su suegra. A ella le gustaba más la playa, pero sus preferencias no la eximían de pagar a fin de mes la mitad de cada cuota de la hipoteca. Él no daba señales de vida todavía.
A las diez y cincuenta y tres, las salmonelas, cualquier cosa que fueran, estarían ya empezando a bailar flamenco en la mayonesa de la ensaladilla rusa. Ella decidió que no la probaría. En cuanto a su marido, parecía que se lo hubiera tragado la tierra.
A las once en punto no había aparecido aún. A lo mejor el coche tenía una avería. Aunque también lo habían pagado a medias, a ella le dio la risa solo de pensarlo.A las once y seis minutos se le ocurrió que quizás él no volviera nunca. Entonces apiló todo su equipaje contra el portal, dejó al perro atado a un poste y se fue a El Corte Inglés. Hacía mucho tiempo que no estaba tan contenta.


ANA Mª MATUTE, La rama seca

Apenas tenía seis años y aún no la llevaban al campo. Era por el tiempo de la siega, con un calor grande, abrasador, sobre los senderos. La dejaban en casa, cerrada con llave, y le decían:
-Que seas buena, que no alborotes: y si algo te pasara, asómate a la ventana y llama a doña Clementina.
Ella decía que sí con la cabeza. Pero nunca le ocurría nada, y se pasaba el día sentada al borde de la ventana, jugando con “Pipa”.
Doña Clementina la veía desde el huertecillo. Sus casas estaban pegadas la una a la otra, aunque la de doña Clementina era mucho más grande, y tenía, además, un huerto con un peral y dos ciruelos. Al otro lado del muro se abríael ventanuco tras el cual la niña se sentaba siempre. A veces, doña Clementina levantaba los ojos de su costura y la miraba.
-¿Qué haces, niña?
La niña tenía la carita delgada, pálida, entre las flacas trenzas de un negro mate.
-Juego con “Pipa” -decía.
Doña Clementina seguía cosiendo y no volvía a pensar en la niña. Luego, poco a poco, fue escuchando aquel raro parloteo que le llegaba de lo alto, a través de las ramas del peral. En su ventana, la pequeña de los Mediavilla se pasaba el día hablando, al parecer, con alguien.
-¿Con quién hablas, tú?
-Con “Pipa”.
Doña Clementina, día a día, se llenó de una curiosidad leve, tierna, por la niña y por “Pipa”. Doña Clementina estaba casada con don Leoncio, el médico. Don Leoncio era un hombre adusto y dado al vino, que se pasaba el día renegando de la aldea y de sus habitantes. No tenían hijos y doña Clementina estaba ya hecha a su soledad. En un principio, apenas pensaba en aquella criatura, también solitaria, que se sentaba al alféizar de la ventana. Por piedad la miraba de cuando en cuando y se aseguraba de que nada malo le ocurría. La mujer Mediavilla se lo pidió:
-Doña Clementina, ya que usted cose en el huerto por las tardes, ¿querrá echar de cuando en cuando una mirada a la ventana, por si le pasara algo a la niña? Sabe usted, es aún pequeña para llevarla a los pagos…
-Sí, mujer, nada me cuesta. Marcha sin cuidado…
Luego, poco a poco, la niña de los Mediavilla y su charloteo ininteligible, allá arriba, fueron metiéndosele pecho adentro.
-Cuando acaben con las tareas del campo y la niña vuelva a jugar en la calle, la echaré a faltar -se decía.
2
Un día, por fin, se enteró de quién era “Pipa”.
-La muñeca -explicó la niña.
-Enséñamela…
La niña levantó en su mano terrosa un objeto que doña Clementina no podía ver claramente.
-No la veo, hija. Échamela…
La niña vaciló.
-Pero luego, ¿me la devolverá?
-Claro está…
La niña le echó a “Pipa” y doña Clementina, cuando la tuvo en sus manos, se quedó pensativa. “Pipa” era simplemente una ramita seca envuelta en un trozo de percal sujeto con un cordel. Le dio la vuelta entre los dedos y miró con cierta tristeza hacia la ventana. La niña la observaba con ojos impacientes y extendía las dos manos.
-¿Me la echa, doña Clementina…?
Doña Clementina se levantó de la silla y arrojó de nuevo a “Pipa” hacia la ventana. “Pipa” pasó sobre la cabeza de la niña y entró en la oscuridad de la casa. La cabeza de la niña desapareció y al cabo de un rato asomó de nuevo, embebida en su juego.
Desde aquel día doña Clementina empezó a escucharla. La niña hablaba infatigablemente con “Pipa”.
-“Pipa”, no tengas miedo, estate quieta. ¡Ay, “Pipa”, cómo me miras! Cogeré un palo grande y le romperé la cabeza al lobo. No tengas miedo, “Pipa”… Siéntate, estate quietecita, te voy a contar, el lobo está ahora escondido en la montaña…
La niña hablaba con “Pipa” del lobo, del hombre mendigo con su saco lleno de gatos muertos, del horno del pan, de la comida. Cuando llegaba la hora de comer la niña cogía el plato que su madre le dejó tapado, al arrimo de las ascuas. Lo llevaba a la ventana y comía despacito, con su cuchara de hueso. Tenía a “Pipa” en las rodillas, y la hacía participar de su comida.
-Abre la boca, “Pipa”, que pareces tonta…
Doña Clementina la oía en silencio. La escuchaba, bebía cada una de sus palabras. Igual que escuchaba al viento sobre la hierba y entre las ramas, la algarabía de los pájaros y el rumor de la acequia.
3
Un día, la niña dejó de asomarse a la ventana. Doña Clementina le preguntó a la mujer Mediavilla:
-¿Y la pequeña?
-Ay, está delicá, sabe usted. Don Leoncio dice que le dieron las fiebres de Malta.
-No sabía nada…
Claro, ¿cómo iba a saber algo? Su marido nunca le contaba los sucesos de la aldea.
-Sí -continuó explicando la Mediavilla-. Se conoce que algún día debí dejarme la leche sin hervir… ¿sabe usted? ¡Tiene una tanto que hacer! Ya ve usted, ahora, en tanto se reponga, he de privarme de los brazos de Pascualín.
Pascualín tenía doce años y quedaba durante el día al cuidado de la niña. En realidad, Pascualín salía a la calle o se iba a robar fruta al huerto vecino, al del cura o al del alcalde. A veces, doña Clementina oía la voz de la niña que llamaba. Un día se decidió a ir, aunque sabía que su marido la regañaría.
La casa era angosta, maloliente y oscura. Junto al establo nacía una escalera, en la que se acostaban las gallinas. Subió, pisando con cuidado los escalones apolillados que crujían bajo su peso. La niña la debió oír, porque gritó:
-¡Pascualín! ¡Pascualín!
Entró en una estancia muy pequeña, a donde la claridad llegaba apenas por un ventanuco alargado. Afuera, al otro lado, debían moverse las ramas de algún árbol, porque la luz era de un verde fresco y encendido, extraño como un sueño en la oscuridad. El fajo de luz verde venía a dar contra la cabecera de la cama de hierro en que estaba la niña. Al verla, abrió más sus párpados entornados.
-Hola, pequeña -dijo doña Clementina-. ¿Qué tal estás?
La niña empezó a llorar de un modo suave y silencioso. Doña Clementina se agachó y contempló su carita amarillenta, entre las trenzas negras.
-Sabe usted -dijo la niña-, Pascualín es malo. Es un bruto. Dígale usted que me devuelva a “Pipa”, que me aburro sin “Pipa”…
Seguía llorando. Doña Clementina no estaba acostumbrada a hablar a los niños, y algo extraño agarrotaba su garganta y su corazón.
Salió de allí, en silencio, y buscó a Pascualín. Estaba sentado en la calle, con la espalda apoyada en el muro de la casa. Iba descalzo y sus piernas morenas, desnudas, brillaban al sol como dos piezas de cobre.
-Pascualín -dijo doña Clementina.
El muchacho levantó hacia ella sus ojos desconfiados. Tenía las pupilas grises y muy juntas y el cabello le crecía abundante como a una muchacha, por encima de las orejas.
-Pascualín, ¿qué hiciste de la muñeca de tu hermana? Devuélvesela.
Pascualín lanzó una blasfemia y se levantó.
-¡Anda! ¡La muñeca dice! ¡Aviaos estamos!
Dio media vuelta y se fue hacia la casa, murmurando.
Al día siguiente, doña Clementina volvió a visitar a la niña. En cuanto la vio, como si se tratara de una cómplice, la pequeña le habló de “Pipa”:
-Que me traiga a “Pipa”, dígaselo usted, que la traiga…
El llanto levantaba el pecho de la niña, le llenaba la cara de lágrimas, que caían despacio hasta la manta.
-Yo te voy a traer una muñeca, no llores.
Doña Clementina dijo a su marido, por la noche:
-Tendría que bajar a Fuenmayor, a unas compras.
-Baja -respondió el médico, con la cabeza hundida en el periódico.
4
A las seis de la mañana doña Clementina tomó el auto de línea, y a las once bajó en Fuenmayor. En Fuenmayor había tiendas, mercado, y un gran bazar llamado “El Ideal”. Doña Clementina llevaba sus pequeños ahorros envueltos en un pañuelo de seda. En “El Ideal” compró una muñeca de cabello crespo y ojos redondos y fijos, que le pareció muy hermosa. “La pequeña va a alegrarse de veras”, pensó. Le costó más cara de lo que imaginaba, pero pagó de buena gana.
Anochecía ya cuando llegó a la aldea. Subió la escalera y, algo avergonzada de sí misma, notó que su corazón latía fuerte. La mujer Mediavilla estaba ya en casa, preparando la cena. En cuanto la vio alzó las dos manos.
-¡Ay, usté, doña Clementina! ¡Válgame Dios, ya disimulará en qué trazas la recibo! ¡Quién iba a pensar…!
Cortó sus exclamaciones.
-Venía a ver a la pequeña, le traigo un juguete…
Muda de asombro la Mediavilla la hizo pasar.
-Ay, cuitada, y mira quién viene a verte…
La niña levantó la cabeza de la almohada. La llama de un candil de aceite, clavado en la pared, temblaba, amarilla.
-Mira lo que te traigo: te traigo otra “Pipa”, mucho más bonita.
Abrió la caja y la muñeca apareció, rubia y extraña.
Los ojos negros de la niña estaban llenos de una luz nueva, que casi embellecía su carita fea. Una sonrisa se le iniciaba, que se enfrió en seguida a la vista de la muñeca. Dejó caer de nuevo la cabeza en la almohada y empezó a llorar despacio y silenciosamente, como acostumbraba.
-No es “Pipa” -dijo-. No es “Pipa”.
La madre empezó a chillar:
-¡Habrase visto la tonta! ¡Habrase visto, la desagradecida! ¡Ay, por Dios, doña Clementina, no se lo tenga usted en cuenta, que esta moza nos ha salido retrasada…!
Doña Clementina parpadeó. (Todos en el pueblo sabían que era una mujer tímida y solitaria, y le tenían cierta compasión).
-No importa, mujer -dijo, con una pálida sonrisa-. No importa.
Salió. La mujer Mediavilla cogió la muñeca entre sus manos rudas, como si se tratara de una flor.
-¡Ay, madre, y qué cosa más preciosa! ¡Habrase visto la tonta ésta…!
Al día siguiente doña Clementina recogió del huerto una ramita seca y la envolvió en un retal. Subió a ver a la niña:
-Te traigo a tu “Pipa”.
La niña levantó la cabeza con la viveza del día anterior. De nuevo, la tristeza subió a sus ojos oscuros.
-No es “Pipa”.
Día a día, doña Clementina confeccionó “Pipa” tras “Pipa”, sin ningún resultado. Una gran tristeza la llenaba, y el caso llegó a oídos de don Leoncio.
-Oye, mujer: que no sepa yo de más majaderías de ésas… ¡Ya no estamos, a estas alturas, para andar siendo el hazmerreír del pueblo! Que no vuelvas a ver a esa muchacha: se va a morir, de todos modos…
-¿Se va a morir?
-Pues claro, ¡que remedio! No tienen posibilidades los Mediavilla para pensar en otra cosa… ¡Va a ser mejor para todos!
5
En efecto, apenas iniciado el otoño, la niña se murió. Doña Clementina sintió un pesar grande, allí dentro, donde un día le naciera tan tierna curiosidad por “Pipa” y su pequeña madre.
6
Fue a la primavera siguiente, ya en pleno deshielo, cuando una mañana, rebuscando en la tierra, bajo los ciruelos, apareció la ramita seca, envuelta en su pedazo de percal. Estaba quemada por la nieve, quebradiza, y el color rojo de la tela se había vuelto de un rosa desvaído. Doña Clementina tomó a “Pipa” entre sus dedos, la levantó con respeto y la miró, bajo los rayos pálidos del sol.
-Verdaderamente- se dijo-. ¡Cuánta razón tenía la pequeña! ¡Qué cara tan hermosa y triste tiene esta muñeca!

El Negro de Rosa Montero


Estamos en el comedor estudiantil de una universidad alemana. Una alumna rubia e inequívocamente germana adquiere su bandeja con el menú en el mostrador del autoservicio y luego se sienta en una mesa. Entonces advierte que ha olvidado los cubiertos y vuelve a levantase para cogerlos. Al regresar, descubre con estupor que un chico negro, probablemente subsahariano por su aspecto, se ha sentado en su lugar y está comiendo de su bandeja. De entrada, la muchacha se siente desconcertada y agredida; pero enseguida corrige su pensamiento y supone que el africano no está acostumbrado al sentido de la propiedad privada y de la intimidad del europeo, o incluso que quizá no disponga de dinero suficiente para pagarse la comida, aun siendo ésta barata para el elevado estándar de vida de nuestros ricos países. De modo que la chica decide sentarse frente al tipo y sonreírle amistosamente. A lo cual el africano contesta con otra blanca sonrisa. A continuación, la alemana comienza a comer de la bandeja intentando aparentar la mayor normalidad y compartiéndola con exquisita generosidad y cortesía con el chico negro. Y así, él se toma la ensalada, ella apura la sopa, ambos pinchan paritariamente del mismo plato de estofado hasta acabarlo y uno da cuenta del yogur y la otra de la pieza de fruta. Todo ello trufado de múltiples sonrisas educadas, tímidas por parte del muchacho, suavemente alentadoras y comprensivas por parte de ella. Acabado el almuerzo, la alemana se levanta en busca de un café. Y entonces descubre, en la mesa vecina detrás de ella, su propio abrigo colocado sobre el respaldo de una silla y una bandeja de comida intacta.